Mi nombre es Julieta, destello es un instante, un recuerdo. Me gustaría contarte una historia, la mía y la de En Nombre del Lobo. Crecí en un lugar extraordinario en América del Sur. No hablo de un valle, una ciudad o un pueblo, sino de la casa de mi Abuela y mi Abuelo, un punto redondo que solo aparece en mi mapa. La casona estaba rodeada por un microbosque que ella y él habían plantado, un ecosistema de amor y hojas verdes en donde aprendí el lenguaje de los árboles.
En el bosque crecieron especies de diferentes regiones. Acacias, robles y cipreses, un eucalipto, un castaño, un sauce llorón. El colibrí nos anunciaba el inicio de los días cálidos y salieron ciempiés de debajo de cada piedra que levanté. La ciudad avanzó, el bosque retrocedió, desaparecieron los escarabajos peloteros, no brotaron más fresas silvestres en el suelo que había perdido su humedad y no volvimos a oír el canto del caburé.
Aquel tejido vibrante de vida dejó de serlo –la huella de nuestra especie se imprime hasta en el más remoto de los ecosistemas, incluso en los que no salen en los mapas. Así, la casa de mi Abuela y mi Abuelo se convirtió en un eco infinitamente pequeño (muy pequeño, muy pequeño) de la crisis ecológica a la que nos enfrentamos hoy.
Semilla
En forma de cambio climático, de erosión de la biodiversidad, de contaminación brutal, de degradación de los ecosistemas, esta crisis que es múltiple –y que tiene consecuencias medioambientales, económicas, sociales, geopolíticas, sanitarias– amenaza el porvenir de las generaciones futuras y de la vida en la Tierra tal y como la conocemos. Vivimos un momento crucial para iniciar transiciones hacia nuevas maneras de habitar el planeta y hay en el reencuentro con la biodiversidad una pista para ello. Quizás reorientando nuestra atención a las demás formas de vida –que nos exigen nuevos fundamentos en nuestra relación con ellas y con los medios naturales– podríamos hacerlas entrar en el espacio de la conversación política y contribuir así al impulso del cambio que necesitamos.
Intención
En Nombre del Lobo surge como espacio para observar el planeta asombroso en el que vivimos, para intentar despertar nuestra capacidad de maravillarnos, para acercarnos a los demás seres vivos con quienes compartimos los territorios. Un espacio para reflexionar sobre nuestra huella como especie, para repensar nuestro sitio en la Tierra, para imaginar el mundo en el que queremos vivir.
Historia de un nombre
Descubriendo la colección Mondes sauvages de la editorial Actes Sud aprendí que la nación iroquesa, pueblo originario de América del Norte, solía preguntar, antes de cada asamblea, quién hablaría en nombre del lobo. Me pareció una imagen de una fuerza increíble. Así, después de meses buscando un nombre para este proyecto, se dibujó uno espontáneamente y supe que ya no había que buscar más. ¡Había nacido En Nombre del Lobo!
Guiño
Mi nombre completo es Julieta Cánepa, soy escritora y directora de arte. Sensible a los desafíos ecológicos y sociales de nuestro tiempo, empiezo En Nombre del Lobo para compartir contigo mi trabajo, mis reflexiones y mis herramientas e imaginar junt·s el mundo en el que nos gustaría vivir. Descubre más sobre mí aquí.
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