Este es un artículo muy especial para mí. A una semana de la salida de mi nuevo libro, Je suis au monde (Estoy en el mundo), comparto contigo este extracto en avant-première.
La Gran Barrera de Coral aquí, las montañas, los bosques y los ríos allí, las miles de especies y de medios naturales, los pingüinos, los seres humanos, los castaños, todos los animales y las plantas, los microorganismos, los líquidos, los gases, las células, todo se mezcla y convive en un mismo planeta. ¿Cómo funciona este inmenso conjunto?
Descubre la historia de Je suis au monde aquí.
Para intentar entenderlo, volvamos un momento a la Gran Barrera de Coral. Lo que observamos allí es lo que llamamos un ecosistema. Es decir, un conjunto dinámico formado por todos los organismos vivos que comparten el mismo entorno y todas las relaciones que puedan desarrollarse en su interior.
Estos vínculos y relaciones marcan la importancia del ecosistema, que forma un todo equilibrado, autónomo y complejo. Este puede ser cualquier tamaño: pequeño como un árbol muerto o un estanque, mediano como un bosque o un arrecife de coral, grande como la sabana o el desierto — o incluso inmenso como la Tierra, que se podría decir, ampliando al máximo la escala, que funciona como un gigantesco ecosistema.
Una red extraordinaria
Esto es lo fascinante de un ecosistema: cada integrante hace que el conjunto funcione. Cada parte es esencial. Cada una da y recibe. La planta fabrica azúcar y libera el oxígeno que respiramos y que nos mantiene en vida, la lombriz mastica y suelta la tierra, en ella crecen los árboles, la vaca pasta la hierba, interactuamos constantemente, todas nuestras acciones se entrelazan.
Las relaciones dentro de un ecosistema pueden ser muy diversas. El vínculo entre el pez payaso y la anémona, en el arrecife, es una de estas posibles relaciones entre especies. A veces, la propia supervivencia de una especie depende de otra. La desaparición de los arrecifes de coral, que han comenzado a blanquearse, podría alterar todo el ecosistema submarino y provocar la desaparición de muchísimas especies. Sería terrible para los océanos, ya que el 25% de la población submarina vive en los arrecifes del mundo entero.
En el inmenso tejido de la vida, que funciona como una red donde todo está conectado y entremezclado, los movimientos de unos influyen en los demás. Cada planta, cada animal, cada ser vivo ocupa un lugar igual en el mundo.
Todos jugamos un papel específico en este gran todo, todos participamos en su funcionamiento, y eso es lo maravilloso.
Cada capítulo de Je suis au monde va acompañado de una inmersión sensible en un ecosistema o lugar: buceamos en la Gran Barrera de Coral, nos adentramos en la selva amazónica, visitamos una granja en Francia, paseamos por la ciudad de Barcelona y seguimos las huellas de una osa polar y su cría en el Ártico.
Inmersión en la selva amazónica
Nos desplazamos rápido, volamos sobre los mares y nos encontramos al otro lado del globo, como si tuviéramos el don de la teletransportación.
Estamos al sur de Manaos, en el corazón de la selva amazónica, el bosque tropical más grande del mundo, que se encuentra en América del Sur. Un ecosistema gigantesco que se extiende a través de varios países: Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Surinam, Guyana y la Guayana Francesa. Aquí, la biodiversidad es excepcionalmente rica. (Biodiversidad es el nombre que se le da a todos los seres vivos: plantas, animales, hongos y microorganismos que se encuentran dentro de un ecosistema).
La Amazonia es tan inmensa y salvaje que cada año la comunidad científica descubre aquí nuevas especies. ¡Habría 390 mil millones de árboles de 16.000 especies diferentes! Es también la tierra de pueblos originarios que han vivido en armonía con su entorno durante miles de años.
© Stéphane Kiehl
Como en todas las zonas tropicales, no hay invierno en la selva amazónica, son las lluvias las que marcan las estaciones. Las fuertes lluvias de abril han cesado y han dado paso a la temporada más seca. Es una buena noticia para nuestra aventura: las aguas del río Amazonas (el más largo del mundo) retroceden y dejan al descubierto los senderos que habían quedado sumergidos.
Tomamos el sendero de la selva
Nos alejamos del pueblo, tomamos un bote, llegamos a la orilla y comenzamos a caminar. Lentamente entramos en otro espacio, en otro tiempo. El aire es denso y se nos pega a la piel. Los árboles se elevan a alturas increíbles al lado nuestro. Las lianas se enroscan entre las hojas y forman como serpientes. Por todos lados hay helechos, líquenes, plantas de hojas finas, alargadas o redondas. Caminamos sobre una tierra marrón y húmeda, oscura de vida. Nuestros bastones se hunden en un colchón de hojas suaves.
Aquí, cerca del suelo, en el sotobosque, las plantas han aprendido a vivir sin mucha luz. Todas las piedras y troncos están cubiertos de una fina capa de musgo verde. Arriba, en el dosel, las copas de los árboles se entrelazan para formar un techo espeso. Es aquí donde viven la mayoría de las especies ya que pueden encontrar fácilmente alimento y refugio entre las hojas. El sol que se cuela entre los árboles hace dibujos con luces y sombras. Frente a nosotros el camino se pierde entre palmeras, nogales y nueces moscadas.
Nos detenemos un momento. Cerramos los ojos. Tenemos la sensación de estar solos en medio de este laberinto, pero es todo lo contrario, hay más vida aquí que en cualquier otro lugar. Cuanta más atención prestamos, más oímos los sonidos de los insectos, de los pájaros, de los monos. La selva vibra de todas partes. Nos acercamos a un gran tronco. Vemos, de más cerca, que este árbol está lleno de vida: poblado de hormigas y termitas, habitado por tucanes, rasguñado por jaguares. Comenzó a crecer hace cientos de años. Desde entonces, sus raíces se han hundido en la tierra para encontrar agua, enviando de paso señales a otros árboles, sus hojas se despliegan para buscar la luz del sol, su tronco crece hacia el cielo.
En el verde reside un misterio
Seguimos nuestro camino. Nos dejamos invadir por todo este verde que nos rodea: verde lima, manzana, esmeralda y musgo. En este color reside un misterio esencial para la inmensa red de la vida, un proceso cuyo secreto aún no hemos entendido del todo: la fotosíntesis. Las plantas han encontrado una forma de capturar la luz solar y de convertirla en pura energía. Ellas viven y crecen gracias a los rayos del sol. La sustancia que les da su color verde es la que hace posible esta magia: la clorofila.
Las plantas ponen en práctica este increíble invento de la fotosíntesis todos los días. Para ello, además de la energía del sol y de su clorofila, necesitan agua, sales minerales y dióxido de carbono (el famoso CO2 que está en el centro de nuestras preocupaciones hoy en día y del que hablaremos un poco más adelante). Al convertir estos elementos en alimento, las plantas liberan oxígeno. ¡El mismo oxígeno que respiramos y que nos mantiene con vida!
Y esta es la belleza del gran sistema de nuestro planeta. Además de sustentar tantas especies, la vegetación de la selva ayuda a estabilizar el clima de la Tierra, absorbiendo grandes cantidades de CO2 y liberando oxígeno. Así, la selva es junto a los océanos el pulmón del planeta.
Atardecer
La selva amazónica sigue agitándose a nuestro alrededor. Si pudiéramos elevarnos y sobrevolar esta jungla que parece interminable, veríamos el verde que se extiende al infinito, colinas aquí y allí y los ríos que la cruzan. Y en el medio, veríamos unos puntos rojos y amarillos de los que se elevan columnas de humo. Son incendios forestales provocados para poder cultivar cereales y hortalizas, y alimentar el ganado, con el riesgo de destruir la Amazonia.
Este no es el único ecosistema donde nuestra presencia se hace notar de esta manera. ¿Qué nos dice esto sobre nuestra relación con los seres vivos? ¿Cómo podríamos definirla?
Este libro lo hemos escrito Pierre Ducrozet & yo, lo ha ilustrado Stéphane Kiehl y lo publica en Francia Actes Sud Junior.
Más info & otras sorpresas → aquí.
Todos los libros tienen una historia. La de Je suis au monde empieza por un encuentro, dos mochilas cargadas de preguntas y un largo, largo, largo viaje. Descúbrela → aquí.
* Extracto de Je suis au monde adaptado al formato del blog
** Le grand tissu du vivant fue originalmente publicado por el periódico Libération, en el marco de la primera edición del festival Agir pour le vivant.
Je suis au monde. Habiter autrement la planète © Actes Sud Junior 2021
Que suerte que existan personas concienciadas, sabías y que escriben sobre un tema tan importante como es la biodiversidad y la vida en el planeta de una manera tan extraordinaria. Felicidades por hacer llegar ese conocimiento a muchas personas. Deseando tener el libro en mis manos
¡Suerte es que existan lectoras como tú! Gracias por tus palabras. Esas manitas pronto podrán hojear y sumergirse en este viaje de colores, lleno de vida ♡